Gonzalo Bartha:
tres poemas inéditos
Gonzalo José Bartha (Mar del Plata, Argentina, 1972). Es Diseñador Industrial y Especialista en Gestión Universitaria graduado en la Universidad Nacional de Mar del Plata. En la actualidad se desempeña como Secretario de Asuntos Académicos en un Colegio Preuniversitario de su ciudad. Fue director de la Revista Signos Vitales – Cultura Creativa (2007-2010) y ha publicado los cuadernillos de poesía Malabarista de Pekín (2007), Notas al Margen (2008) y Cuadernos de Nóctumo (2010).

Torre de la Doncella en el Bósforo
Tres poemas de
TIERRA TORRE FARO
Cuatro
Ya las Geórgicas de Virgilio narran
las necesidades del macho.
Las Heroidas de Ovidio refuerzan la idea:
dos cartas escritas al séptimo día de calentura.
El amor puellae visae del bizantino Museo,
preguntándole al remero, nave y pasajero:
- ¿No le temes
a la ira de mis opulentos padres? -
La voluntad de Estrabón en relevar
la ecúmene griega mencionando
la Torre de Hero en Helesponto.
Existe
una leyenda similar en el Penjab
con su tumba respectiva
porque quizá Alejandro llevó la historia
a la ida o a la vuelta
amarrada en la montura de su elefante
de la misma forma que Byron amarró
la convicción sembrada por Boscán
sobre el hueso de membranas renacentistas.
“Pasando el mar Leandro el animoso”
crepita Garcilaso
como si de una marcha militar se tratase.
Acorazado y brioso el impulso soberbio
quebrando marejadas sociales
en tierras extranjeras.
“De piedad murió la luz,
Leandro murió de amores,
Hero murió de Leandro
Y Amor de envidia murióse”
Otro español sonaba en la radio:
-“Yo no quiero un amor civilizado…”
Y susurrando al oído
estrofas de todo aquello que leímos
bailamos apretados y
desaprobados antes de conocernos
entre laberintos propios,
y desiertos ajenos.
Cinco
Ese cuento te pido.
Una vez más ese cuento te pido,
sin reparos de arquetipos formales
ni representaciones fálicas de analistas baratos.
Ese cuento de la niña encerrada
en una torre sin puertas
de cabellera larga cumpliendo sentencia
por los rapónchigos hurtados
en el devenir de historias constelares
-No es casual el recurso visual
-No es casual la similitud del destino
Trato de comprender cuáles fueron
esos rapónchigos que pediste para cicatrizar
la semilla de aquel horizonte lejano:
un favor
un consejo
un pedido
una caricia
un llamado de atención
una mano sostenida
un acto rebelde de libertad
Y la conclusión indefectible
sobre el perogrullesco antojo reiterativo:
-si tiene precio… no es amor… amor mío.
Once
La torre se construyó hace mucho tiempo,
incluso mucho, mucho antes
que ambos fuéramos el deseo probable de alguien
cimentado por otros caprichos, propios
en la fosa de otros miedos y promesas.
-Se construyó en el interior de tu corazón -
Los albañiles, dicen, eran hombres
con rostros parecidos a cualquiera;
parecidos al tuyo, en probabilidad…
parecidos al mío, en apariencia…
-Se construyó en lo profundo de tu cabeza -
A ritmo sincopado, durante la rutina,
en el quehacer proyectual cotidiano,
con la forma que tienen las decisiones mundanas.
-Se construyó en la superficie de tu esencia -
Lleva la ignota síntesis de una llave,
la metodología poética de Orfeo
y la desafortunada decisión de Pandora
-Se construyó en la trama mítica de tus decisiones-
Usaron las cartas náuticas de Ulises
arrumbadas en la mapoteca de mi casa
junto con un sextante, una brújula y un astrolabio;
un libro de Magallanes
y una bitácora incompleta.