POESÍA INÉDITA
EMILIO TENO (Bahía Blanca, 1978) estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Entre los años 1999 y 2008 vivió en distintas ciudades de Europa. En 2004, en España, Editorial Renacimiento publicó su primer libro de poemas: El tiempo que nos toca. Además de trabajar en poesía, narrativa y teatro, es autor de letras de canciones que han grabado artistas locales. Algunos de sus poemas, cuentos y artículos han sido publicados en diferentes medios gráficos argentinos y españoles.
En la revista “El Cultural” del diario “El Mundo” de diciembre de 2004, Francisco Díaz de Castro reseñó: "...son muchos los aciertos de Teno en sus mejores poemas: su facilidad para suscitar emociones cuando no las cuenta, su claridad de espíritu, su tino expresivo y logros tan distintos como Exilio, El puerto, Buenos Aires y, sobre todo, la sección De la forma en que me inventas, donde intimidad e historia juegan con acierto contra la facilidad."
HEMINGWAY
en un siglo
de morfina y transfusiones
no la herida
la causa
aquello que no se mitiga
en quirófanos y bares
un escopetazo en Idaho
un olor a carne putrefacta
que baja densa
como la niebla
desde el Kilimanjaro
LA LÁMPARA
Esta lámpara que ignora
los tórridos anaqueles de Alejandría
y sólo sabe iluminar
mis medias sucias,
se debate esta noche,
con luz tenue,
entre medio vaso de vino
y un adjetivo manoseado
por todos los poetas del mundo.
NOTA ENIGMÁTICA AL PIE DE LA LISTA DE LA COMPRA
No olvidarse de traer
aquello que,
sin ser del todo verde,
se ubica entre el polvo ceniciento
de las legumbres
y el brutal escote
de la verdulera
UN BARBARE EN ASIE O EL DESCONOCIDO ORIENTE
estampados en un papel japonés (¿de arroz?) casi transparente como ala de insecto (fina, finísima)
trazos de un pincel de cerdas (¿ de buey, camello?) con mango alargado (¿ de bambú?) dibujan ideogramas (¿ palabras?) y abrazan un puñal para darse la muerte por honor y otras chinerías.
EZEQUIEL AMBRUSTOLO. Nació en Banfield, Lomas de Zamora, Buenos Aires, en 1983. Publicó “La fuerza de las horas” (Alción, 2008) y “Teoría del Amanuense” (Editorial Alción, 2011). Se ha desempeñado como corrector literario y librero.
IOGA
Gracias por las horas, y esos días
de marzo, en que el cielo parece
más cercano que de costumbre,
y las hojas que vuelan, como pájaros.
Gracias por los dones cotidianos,
y la luz, crispada en los espejos.
Gracias porque todo está hecho de sol,
y de bienaventuranza.
Gracias.
EL FONDO DE LAS NOCHES
Y ahora que hemos sido
expulsados, definitivamente,
del reino de la infancia,
dinos
querida y humilde hermana menor
qué otra patria fundaremos
para alimentar
a estos unicornios que se alejan.
QUINTA LOS OMBÚES
Yo sólo quiero entreverarme junto a los árboles,
y vivir en la fe de los pájaros.
No quiero saber nada de las vanas noticias del mundo.
Tan sólo poder ver, al ocaso,
el agua que moja el horizonte
y la espera.
Voy hacia la naturaleza.
Me despojo de todo.
Soy lo que quiero.
ALLÁ LEJOS Y HACE TIEMPO
Echado en el pasto, con la frente en el cielo,
regreso al origen.
Cuando yo era niño gozaba como niño.
Las plazas eran espaciosas como un campo,
y podían hospedar la alegría de cuatro pueblos.
Los simples gorriones eran la sorpresa
en alas más nueva, y cuando llegaban del cielo
los regalos vestidos de hornero,
calandria o zorzal,
la sonrisa me duraba hasta las estrellas.
La realidad estaba cargada de entidad
y en pleno movimiento.
Los árboles y las plantas eran dioses callejeros,
y cada adulto tenía la sabiduría necesaria.
Recuerdo mis caminos de tierra,
y el paso silencioso de las hormigas.
Gracias doy a las cosas y los seres
que me hablaron en el alba de aquel hermoso tiempo.
La infancia es un largo mediodía
en el que nunca atardece.
DESPEDIDA EN UNA PLAZA
Allí mis días encontrarán la estrella
que la ciudad me ha robado una y otra vez,
y las palabras del eremita
se repetirán como un suave eco.
¿Cuántas vacaciones contaron tus días
desde que eras niña, mi querida,
y saboreabas el gusto de la naranja,
acaso sin saber que aquel que vive
como un pequeño, pasa su vida en feliz pereza?
No por otra flor te invitaba a mirar
la tarde desde un parque o una plaza,
porque allí los ánimos convulsos
se tienden en la serenidad,
como si presenciaran una ceremonia,
y nadie espera más de lo que llega.
Todo lo bueno que pude decir aquella vez
se nos evaporó rápidamente entre las manos,
y si bien es cierto que en las sombras nadie
entiende nada, mayor verdad es que en ese día
la paz y sus árboles nos acompañaron
hasta nuestra casa, bien entrada la noche.
Y ahora veo, en las domésticas horas de sosiego,
el símbolo de una luz cercana
o el diario espiritual de mi vida,
cuando la calle es un demonio oscuro
y tu mirada reclama apenas el alba.
OSVALDO BALLINA nació el 7 de febrero de 1942 en La Plata -donde reside-, ciudad capital de la provincia de Buenos Aires, la Argentina. Fue becario de la Fundación Rotaria Internacional en Estados Unidos (1965) y de la Asociación Dante Alighieri de La Plata en Italia (1978). Ha sido traducido parcialmente al italiano, al portugués y al catalán y se ha desempeñado como Jurado de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Buenos Aires y de otros organismos culturales oficiales y de entidades privadas. Citamos dos de las distinciones obtenidas: Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Comité Central, en 1976, y Premio Consagración de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires en 1996. Como traductor de los idiomas inglés, italiano y francés, ha dado a conocer en suplementos literarios del país, poemas y prosas de diversos autores. Su poesía se ha difundido en los diarios “La Nación”, “Clarín”, “La Prensa”, en la “Revista Ñ de Cultura” y en numerosos medios gráficos y digitales. Ha sido incluido, por ejemplo, en las siguientes antologías: “Nueva poesía argentina” (Ediciones Hiperión, Madrid, España, selección de Leopoldo Castilla, 1987); “70 poetas argentinos: 1970-1994” (selección de Antonio Aliberti, 1994); “Cantos australes – Poesía argentina 1940-1980” (Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela, selección de Manuel Ruano, 1995); “Cinque poeti argentini” (Edizioni Tracce, Pescara, Italia, selección y traducción de Enzo Bonventre, 1997). Publicó entre 1971 y 2014 los poemarios “El día mayor”, “Esta única esperanza contra todo”, “Es temprano”, “Aún tengo la vida”, “En tierra de uno”, “Caminante en Italia”, “Diario veneciano”, “Ceremonia diurna”, “La poesía no es necesaria”, “La vida, la más bella”, “Sol que ocupa el corazón”, “Sondas”, “Final del estante”, “Verano del incurable”, “Confines”, “El viaje”, “Apuntes del natural”, “El caos luminoso”, “Oráculo para dones fatuos”, “El pajar en la aguja”, “Prodigios residuales”, “Lejos de la costa”, “Profanaciones ínfimas”, “Memoria de la India”, “Refugio de altura”. Además, los volúmenes “Estamos vivos y vamos a vivir” (Poemas 1971-1992) y “Al dios que sea” (Poemas 1971-2003).
ÉL O LO QUE CREÍA ERA ÉL
él o lo que creía era él, se fue del mundo
no era feliz, no era amante, no era soñador, nada
un aire, silencio vulgar sin tacto, sólo la herencia del vacío
antes y después de su nacimiento, un día sin tiempo
sin pasión, se preguntó por la escritura y le parecía inhumana
fuera del mundo, sin saber si él era él
mirando hacia atrás le nacía, ya perdido,
el sentido de impudor
EL QUE ESTA VEZ ERA ÉL
él que era él esta vez
selló su paz sin incitación ni jactancia
tributaria de pasadas creencias, pasiones y abismos
tengo derecho a mi soledad, se dijo,
ante los hombres y las cosas
sentencia que alcanza a mis objetos de culto
lo que creyó pérdida fue redención
a expensas de una versión del mal
y la inconciencia, espontánea espuma de vicios
él que esta vez era él
sin saber si estaba fuera o dentro del mundo
sospecha de la reversibilidad del alma
LA PUNTA DEL OVILLO
el que es él y él que no es
armonizados sus dioses y demonios
dejaron de lado, como premisa de convivencia,
la jerga indigna
látigo de infecundidad
traidora naturaleza , labios cosidos
que nos vuelve lo que no somos
en un cuerpo cerrado
DILEMA PARA ECONOMISTAS
se multiplican los alimentos igual que los hambrientos
y en el azul constante todo se va a pique
la pesca es favorable
pero los únicos golosos son los peces
que no riñen en ningún idioma
LA ULTIMA MIRADA
salí a buscar mi última mirada
aún no es medianoche y no encontré la primera mirada
juego con la arena de una playa eterna
niño o adulto no sé quien soy
lo cierto es que estoy vivo
los manantiales natales parecen profecías
juego con la arena en una playa eterna
veo tierras tumbas
la voz de los ausentes de la tierra
no me alcanza
¿juego es un don efímero?
¿la arena no se ha mudado hacia el mar?
¿la playa desapareció devorada por el agua?
no sé si niño o adulto
pero voy hacia la última mirada
sin pasajeros enfermos
FRANCISCO ATENCIO nació el 22 de octubre de 1988 en Mar del Plata, ciudad en la que reside. Cursa la carrera de Licenciatura en Letras de la UNMdP. Trabaja como editor y generador de contenidos en una editorial internacional. Es músico, principalmente pianista, y aficionado a la paleontología. Inédito.
NOCTURNO
En ese mundo sin sonidos
he sentido nostalgia de la tierra.
Quisiera volver, alguna vez, a aquella esfera perdida
en el espacio. A sus golfos marinos,
pálidos como amapolas.
-Alfredo Veiravé
Las estrellas cantan sin detenerse,
como si la noche fuera una ducha
eterna que no moja. Mientras, mucha
gente juega a encontrarse y a perderse
y a vivir una fiesta sorda. Verse
breve, sentirse poco: esa lucha
sin descanso del único que escucha
la música celeste sostenerse.
Una vida en un parpadeo. Una
canción sola, con billones de acordes
y contrapuntos que quiebran los bordes
antes juntos. Este trayecto acuna
la idea cósmica de economía:
todo está en todo en esta sinfonía.
I
Nosotros somos
caídos.
Rodados
casi desde el cielo
o las alturas de la plata
y tras cruzar sierras y pampas y desiertos
acabamos a orillas
del acantilado
o del agua.
Acá,
al costado de las hazañas,
acá,
al sur del centro,
nosotros no respiramos aire:
nosotros respiramos mar
y el verde en el médano
y la siesta en la arena
y la humedad en cada cosa.
II
Acá,
la canaleta tira
hacia las rocas o mar adentro,
y es arriesgado dejarse arrastrar
por la corriente.
Por eso,
por respeto o por miedo,
nosotros somos
nadadores
por reflejo y por impulso
y por necesidad.
Nosotros somos
ignorados.
Nadie nos aplaude si nos perdemos jugando
Pero tampoco dejamos
que nos impongan su ritmo
ni viento ni lluvia ni granizo.
III
Pero nada,
nada, nada
con más ritmo que el mar.
El mar,
ritmo de divagaciones.
El mar,
con su baba y con su epilepsia
y con su aliento a viejo verde.
El mar,
con su pentagrama de espuma.
El mar
en mi bemol que nos arrebata a cantar
con un golpe de ola,
con voluntad de escollera,
con la lengua vuelta aguaviva.
IV
El mar
es de la gente en la orilla
o de los barcos más adentro,
pero desde lejos
nosotros somos
sus dueños legítimos.
Desde lo lejos que sea,
el mar
es siempre
nuestro.
EL SUEÑO DE BARSUT
En este suelo clemente
cargamos como podemos
con todo el peso de lo humano.
Pero en aquel sitio perdido
en el olvido más oscuro,
la superficialidad es un recuerdo.
El abismo convierte
en negro invisible el rojo,
y la presión que cierra los ojos
convierte en invisible todo
el resto monstruoso.
El aire se vuelve agua pesada,
y lo estático respira y vive
y no duerme.
-En mi sueño no hay símbolos-
comentó en un sueño
el muerto que habla.
Y el amor le cayó de golpe,
y el compromiso lo hundió hasta el fondo.
Dejó extraviado un ojo,
y de vuelta trajo, tan sólo,
un juguete despreciado.