Maledicencia literaria
o cómo se difama a un escritor
por O. Picardo
BREVE ANTOLOGÍA DE MALEDICENCIA LITERARIA
Baroja escribía los adjetivos como suelta un burro sus pedos
(Josep Pla).
Bernard Shaw no tiene enemigos, pero causa intenso desagrado entre sus amigos
(Oscar Wilde).
George Sand sobre todo, y más que ninguna otra cosa, es estúpida como una vaca
(Baudelaire).
Solzhenitsyn es un mal novelista y un bobo. Esa combinación suele implicar gran popularidad en Estados Unidos
(Gore Vidal).
Me enviaron esa mierda de De aquí a la eternidad. Y con lo mierda que es, me extraña que el hombre que la escribió tenga esa extraordinaria pinta de estreñido
(Truman Capote sobre James Jones).
Su estilo es despreciable, pero eso no es lo peor de él
(Coleridge contra Gibbon).
Hay quien aspira a Donoso y se queda en Skármeta, o quien sueña con Huidobro y tiene que conformarse con Isabel Allende
(Andrés Neuman)
Pobre Faulkner. ¿De veras cree que las grandes emociones surgen de las grandes palabras?
(Hemingway).
Beckett es tan gris e incómodo que parece sufrir constantes malestares de vejiga, como un viejo cuando duerme.
(Nabokov).
No me gustó la obra, pero fue que la vi en condiciones adversas: el telón estaba arriba
(George S. Kaufman).
Su manuscrito es a un tiempo bueno y original; pero la parte que es buena no es original y la parte que es original no es buena
(Samuel Johnson).
Ahí está la clave del éxito enorme de Bukowski: sus libros son la expresión de un sueño adolescente cumplido en todo su esplendor.
(David Huerta)
Creo que “Ulises” es un fracaso. Cuando se ha leído lo suficiente se saben miles y miles de circunstancias sobre los personajes, pero no se los conoce. Y pensar en los personajes de Joyce no es lo mismo que pensar en los de Stevenson o Dickens, porque en el caso de un personaje, en un libro de Stevenson, por ejemplo, un hombre puede que sólo esté presente en una página, pero se siente que uno lo conoce o que hay más de él por conocer. En “Ulises” se cuentan miles de circunstancias sobre los personajes: que han ido dos veces al lavabo, los libros que leen, sus posturas exactas cuando están sentados o de pie, pero, realmente, no se los conoce. Es como si Joyce hubiera pasado por ellos con un microscopio o una lupa.
(Borges)
Shakespeare es ilegible y está sobrevalorado. Pero la gente no quiere escuchar esto. Uno no puede atacar templos. Ha sido fijado a lo largo de los siglos. Uno puede decir que tal es un pésimo actor, pero no puede decir que Shakespeare es mierda. Cuando algo dura mucho tiempo, los snobs empiezan a aferrarse a él, como ventosas.
(Bukowski )
A mí Neruda me gusta bastante... Un gran poeta americano. Muy equivocado, por otra parte, claro, como casi todos los poetas. No era el sucesor de Whitman, en muchos de sus poemas, en la estructura de esos poemas, sólo podemos ver ahora a un plagiario de Whitman. Pero la literatura es así, es una selva un poco pesadillesca en donde la gran mayoría, la inmensa mayoría de escritores son plagiarios.
(Bolaño)
No altera al lector con nada vehemente ni lo molesta con nada profundo: las pasiones le son perfectamente desconocidas.
(Charlotte Brontë sobre Jane Austen)
Eso no es escribir, es mecanografiar.
(Truman Capote a Jack Kerouac)

Injuriar es un arte. No se trata simplemente de reaccionar, o de dar una respuesta violenta, o de pegar gritos, sino de hablar con inteligencia. Borges y su generación fueron, sin dudas, maestros en este arte. Y como todo arte tiene su método. Es ese método el que comenta, ejemplifica y analiza en “Arte de injuriar”:
“Un estudio preciso y fervoroso de los otros géneros literarios, me dejó creer que la vituperación y la burla valdrían necesariamente algo más"
Entre las características y técnicas que señala están la inversión de términos, el cambio brusco de tono, la sátira y la burla, el "alfabeto convencional del oprobio”, etc.
Horacio González escribió una historia de la vida intelectual argentina en “Lengua del ultraje”. Observa ahí el carácter profundamente humano del sentimiento del ultrajado y, también, un extraordinario laboratorio de la lengua. El ultraje no funciona como equivalente a la injuria, la incluye, pero indica algo más, que consiste en la sustracción de una parte del sí mismo.
En la técnica de sustracción también halla su lugar la peculiar estrategia del ninguneo, una suerte de discriminación que sustrae al otro del grupo o del universo literario, por difamación de su honra o por un simple boicot de silencio.
Lengua del ultraje de González es una historia de la cultura intelectual argentina y una indagación que va más allá del tema que nos ocupa en esta introducción, pero en realidad, es una ampliación contradictoria del ensayo de Borges al pensar los procedimientos que sobreviven al acto de injuriar.
La siguiente lista contiene frases de escritores referidas a otros escritores, la mayor parte son atribuidas y de poca o ninguna verosimilitud, pero revelan el claroscuro del ambiente literario de todas las épocas.
Creo que hoy más que nunca el ingenio y el arte de injuriarse entre escritores puede ser de ayuda para saber y entender cómo se hace, sin empobrecer el lenguaje y la cultura. La comunicación política hoy está muy supeditada al espectáculo. Lo que se recoge como noticia es justamente la polémica, el insulto, la crítica, y genera la percepción general de que eso es lo normal y auténtico, cuando sólo se trata de vulgaridad y difamación. La comunicación política se desplaza a zonas subjetivas y emocionales muy lejanas a la tradicional oratoria de los líderes que buscaban persuadir con argumentos en lugar de convencer con estrategias de poder, de dominio, con capacidad de manipular, tergiversar y descontextualizar los conceptos de acuerdo a las conveniencias e intereses corporativos.
La recurrencia al descrédito, la denostación o a la violencia verbal para transmitir algunas opiniones críticas constituye un tipo de ejercicio para el insulto político que devalúa las opiniones emitidas poniéndolas al nivel de la mera rabieta insustancial o puramente moral, cuando no, estigmatizadora y tremendamente deformante del gusto y la educación sentimental de la comunidad.
Nadie pide - aunque no estaría nada mal- que un senador en la cámara o un chofer tenga el detalle simpático de un diálogo literario citando a William Shakespeare, en Ricardo Tercero o citando la sarta de ofensas que le propina Don Quijote a Sancho en una de sus aventuras: “Traidor, descompuesto, villano, infacundo, deslenguado, atrevido, desdichado, maldiciente, canalla, rústico, patán, malmirado, bellaco, socarrón, mentecato y hediondo”.
El valor del insulto depende tanto de quién lo realiza y de su estilo como de la del sujeto insultado. No podemos dejar de pensar que algo parece haberse torcido entre el actual discurso y pensamiento político y aquel otro que no desechaba el estilo y el humor inteligente, por ejemplo, el estilo de G. K. Chesterton cuando juega con los conceptos:
"el mundo se divide en conservadores y progresistas. La misión de los progres es cometer errores. La misión de las conservas es evitar que los errores se corrijan".