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LOS CAMINOS DEL SEÑOR SON MISTERIOSOS y otros poemas *

 

Roberto Malatesta

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Nacido en la ciudad de Sta. Fe, República Argentina, en 1961. Ha publicado varios Poemarios, entre ellos: “Las Vacas y otros poemas”, Ediciones de la nada,  Premio Municipal de la Ciudad de Santa Fe, (1994). “Por encima de los techos”, editado por  Ediciones Leviatán (2004) y reeditado por Ediciones de la UNL (2011), y Editorial Último Recurso (2017), Premio Pedroni, Categoría Édito.  “La nada que nos viste” (2010), Ediciones de la UNL,  Premio Pedroni, Categoría Inédito.

La Editorial Leviatán en el año 2011, editó la antología “El silencio iluminado” que  abarca unos 30 años de su producción poética. y en el año 2013 “La estrella roja y otros poemas”

En el año 2019 Editorial Palabrava edita “Libro del pescador” Poemas acompañados por fotografías de Marisa Malatesta.

En el año 2019, la Editorial “Salta el Pez” Editó dos nuevos poemarios “La realidad está en otra parte” y “Esperanza Spoon River” este último recibió la beca de creación 2018 del Fondo Nacional de las Artes.

LOS CAMINOS DEL SEÑOR SON MISTERIOSOS

 

 

Los caminos del señor son misteriosos.

Asisto a alguna secreta filtración,

una corriente subterránea de voces

entre el río Cuchara y el río Salado,

entre el río Salado y Spoon  River.

No hay distancias entre los murmullos

de las ánimas, los vasos

comunicantes permanecen abiertos.

Quieras o no, todo se sabe,

todo se dice, porque

al hablar los muertos nos cuentan

de cómo el terrón de tierra

que los amantes empujaron sobre un río

abrió círculos concéntricos en el otro.

Porque todo se sabe y lo que se sabe

no es nuevo bajo el sol.

El mismo sol del río Salado y el río Cuchara.

El mismo día sobre la hermandad de las aguas.

 

 

 

 

 

 

  

 UNO QUE ESCRIBE VERSOS

 

                                   Corta aquella que el viento haya mecido

 

                                                                       J.Pedroni

Monsieur Jaquín o Theodore el poeta,

todos pasaron, todos pasan

llevando en sus frentes la marca

del no hacer, que hace todo diferente,

la soledad como hogar,

la contemplación como Iglesia.

Madera que se hace virutas

como el lenguaje sonidos,

la poesía que es la música de la lengua.

Un río los vio serenarse, hasta adormecerlos

en la misma vibración de los colores

de aguas que tornan en sangrantes rosas,

y violetas cada vez más profundos,

hasta sucumbir en el no-color.

Cuántas veces, Jaquín, viste al cangrejo

en la porosa arquitectura de las barrancas

y pensaste en esos hombres y mujeres.

Cuántas, Theodore, aunque no rasgases

la madera, en la rama que se mece viste la cama,

la del nacimiento, el amor y la muerte.

Cuántas, Jaquín, maestro en músicas, colores

o idiomas, que son la misma cosa, pensaste,

en consonancia con Jones el violinero:

cómo podía yo cultivar mis veinte hectáreas...

con el potpurrí de cuernas, fagots y flautines

que llenaba mi cerebro.

Hay aguas subterráneas, aguas del espíritu,

vientos, que unen ríos distantes.

 

 

 

MAGDALENA, LLEGO HASTA TU LUZ

 

Magdalena, llego hasta tu luz,

la punta de mis dedos la palpan,

y así ven. Mi nombre es Lois Spears.

Intercambiemos impresiones de lo áspero,

lo duro, lo sedoso, lo blando.

Dura es la tierra, áspero el fruto,

feliz es el relincho, luminoso el canto del gallo,

íntegro lo dulce e íntegro lo salado,

salado tu río, dulce el mío,

nadie como nosotras para decirlo.

Nadie como nosotras ha visto.

¿Qué vieron los que veían?

Nosotras percibimos lo naciente,

palpamos el crecimiento,

gustamos del pan,

oímos al viento que no tiene raíz,

inicio o fin,

el mismo viento que establece

nuestro encuentro.

Magdalena, toco tu luz

y la punta de mis dedos la palpan

en la cara de las cosas.

 

 

 

 

 

MIGUEL S.

 

Todo fue un golpe indignante,

¿para esto cruzamos medio mundo y un  mar?

No estaban los frutales prometidos,

solo un río de aguas intragables,

del que nos mintieron se podía navegar.

¿Vacas?, ¿qué animales eran esos?,

flacos, áspero, salvajes,

allá los llamábamos por su nombre

y acudían como corderos mansos.

¿Qué eran esas chozas?,

cúmulos de barro y paja

alzándose en la extensión agreste,

y solo  para quienes, en suerte, pudiesen

disponer de ellas de inmediato.

Cuántos al llegar la hora de guarecerse

lo hicieron con la ropa deshecha

de dormir en la intemperie,

sobre carretones tapados con cueros.

Escasearon las semillas prometidas:

trigo, batata, maní, algodón.

Qué insectos, como alfileres,

eran esos, hincándose en la carne.

¡Ah!, el temor a los ataques bárbaros,

cuya postergación, día tras día,

lo hacía todo más angustiante.

Una cosa debo reconocer: la tierra,

allá, cerezos y aguas cantarinas,

pero escarbábamos y extraíamos

piedras y más piedras del suelo

para una siembra, y al año siguiente,

tras una cosecha enjuta, las piedras,

¡había brotado!, aquí, virgen,

la tierra se deja horadar y antes

de que el gallo cante, ¡responde!

¡Oh tierra  que nos recibes

 hasta que el cielo nos tome!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONVERSACIONES

 

-Mi nombre es Ezra,

 no es necesario que me des el tuyo.

 

-¿Quién eres, Ezra?

 

-Soy como tú, un buscador de la divinidad,

alguien que mereció el desprecio,.

¿qué has encontrado?

 

-Campos sin mesura.

 

-Ya cumplí mi condena.

 

-¿Quién eres?

 

-Soy Jack, estuve catorce años en la cárcel de Peoría,

 ahora siembro-cosecho.

 

 -Tras el Spíritus frumenti hallé la luz.

 

-¿Quién eres?

-¿Quién eres?

-¿Quién eres?

 

-Soy el diácono Taylor.

 

-Yo no tengo nombre, me lo han negado,

la moneda de cambio fue una damajuana de vino,

troqué tierra por cielo.

 

-Aquí todos sabemos el nombre.

 

-Yo iba de regreso a casa y perdí el camino,

en realidad eso creí, golpes de bastón me introdujeron

en la Casa. Fue como despertar de un sueño turbio.

 

-Aquí todos estamos ebrios de divinidad,

ninguna posesión nos ha corrompido,

la tierra que cubre nuestros despojos es breve,

aquí se siembra y se cosecha al mismo tiempo.

 

-¡¡¡¡Alabado sea el señor que hizo del agua, vino!!!!

* NOTAS SOBRE LOS POEMAS

Malatesta aborda dos Autores, dos libros en su Esperanza, la ciudad de provincia que da título a su poemario.  Edgar Lee Masters escribe  Antología de Spoon River. Y el santafesino José Pedroni,  un libro luminoso, Monsieur Jaquín. Dos estilos perfectamente diferenciados que forman parte de la tradición del canto y la enriquece, se entrecruzan en estos poemas quepublicamos en La Pecera

 

UNO QUE ESCRIBE VERSOS: J.P. “Monsieur Jaquín”.  E.L.M.  “Theodore el Poeta” y “Jones el Violinero”.

MAGDALENA, LLEGO HASTA TU LUZ: E.L.M. “Lois Spears”.  J.P. “Magdalena Morand”.

MIGUEL S: E.L.M.  Juega con el verso: “¡Oh tierra que nos abandonas antes de que el cielo nos acoja!”, cambiándole el sentido. “Russell Kincaid”.

CONVERSACIONES: E.L.M. “El Diácono Taylor”, “Ezra Bartlett”, “Jack McGuire”. J.P. “Precio”.

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