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EN UNA CIUDAD EXTRANJERA

 

por Sara Cohen

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On n’a pas besoin d’aller à l’étranger pour devenir

étranger. On peut très bien l’être chez soi.

 

Les lettres chinoises

Ying Chen

 

 

 

 

  La literatura migrante es aquella que interroga de un modo imperioso las generaciones que nos anteceden. A veces la pregunta se instala en el texto por omisión, agujero negro, silencio. No es propia tan sólo de los escritores que han migrado de su país de origen y se han radicado en otros países y hasta han cambiado de lengua de escritura, puesto que la literatura es siempre en sí misma migrante.

  Se migra, se quiera o no. Se viaja en la memoria y ella se hará presente de forma altamente singular en la literatura. El otro, nuestro extranjero, nos interroga.  

  Joël Des Rosiers, autor nacido en Haití y radicado en Montreal escribió en su libro de ensayo Théories caraïbes, Poétique du déracinement:

 

Chaque artiste interroge son enracinement dans ce non-lieu identitaire, dans cette absence, cette facture souveraine et immatérielle où il ne trouve aucun motif pour créer, sinon les traces de la parole d’un autre. Je n’aime d’oeuvres, parmi les oeuvres, que celles qui croient en cette parole.

Alors que les crispations identitaires s’amplifient dans le monde, la question n’est pas vaine de savoir comment poser et construire la présence de l’autre dans l’oeuvre; comment affronter avec beaucoup de compréhension la différence des autres: sexualité, races, marginalité…

 

Cada arista interroga sus arraigos en ese no lugar de identidad, en esa ausencia, esa factura soberana e inmaterial en la cual no se encuentra ningún motivo para crear, sino las huellas de la palabra de un otro. No me gustan, entre las obras, sino aquellas que creen en esa palabra.

Aunque las crispaciones de identidad se amplifiquen en el mundo, la cuestión de saber  cómo posar y construir la presencia del otro en la obra no es vana; cómo afrontar con mucha compresión la diferencia de los otros: sexualidad, razas, marginalidad…

 

  Al iniciar la búsqueda de autores que hubiesen optado por el francés como lengua de escritura y que hubiesen migrado al Canadá de lengua francesa me encontré con una gran riqueza de textos y de autores, porque Quebec ha acogido numerosas personas que debieron migrar y con el tiempo devinieron escritores. Además, es bueno aclararlo, los escritores quebequenses también podrían estudiarse como migrantes en más de una ocasión. He tenido por lo tanto que elegir, y elegí en principio dos textos para trabajar. Ambos remiten al padre y tienen en su comienzo el detonante de la muerte de un progenitor: en un caso la del padre, en el otro la de la madre. He titulado los ensayos: “La valija del padre, el canto de la madre” y “Escuchar el silencio”. El primero trabaja con la novela L’énigme du retour de Dany Laferrière, autor nacido en Haití radicado en Montreal, y el segundo con la obra de teatro Incendies de Wajdi Mouawad, autor nacido en el Líbano y que también se radicó en Montreal. 

  En los dos textos elegidos no hay modo de recuperar lo perdido porque la destrucción ha sido excesiva, no hay modo de volver al pasado (porque de hecho eso es imposible); y como lo silenciado ha sido demasiado, el trabajo de escritura se ocupa de construir con la ficción un territorio a través del cual pensar. Para algunos sujetos su pasado es un país al límite de la aniquilación con una cantidad innumerable de muertes. La única posibilidad de acceso es la ficción.

 

(Continúa)

 

 

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