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Dossier:
CULTURA DE LA CRUELDAD 

 

Notas y selección de Osvaldo Picardo

con una antología TIEMPOS DE ODIOS

Ilustración destacada "Exodus" de Safet Zec.

Anotaciones sobre la crueldad

 

 Osvaldo Picardo

(Primera parte)

 

 

 

 

 

ANOTACIÓN 1

Un educador norteamericano, Henry A. Giroux, ha denominado "cultura de la crueldad" al principio organizador de la vida política y social en este primer cuarto de siglo. Menciona, por ejemplo, la idea de que EE.UU. interviene en la guerra de Israel y Palestina, para convertir a Gaza en "la Riviera de Medio Oriente". No fue esa una idea que expresó un ciudadano cualquiera, sino el mismo presidente del país del norte. Ni tampoco fue la única crueldad que le escuchamos decir a Trump.

Giroux explica que el concepto de la crueldad surge con los nuevos valores del siglo, al tiempo que empieza un proceso de divorcio del Estado con su responsabilidad social. “Lo que importa son las ganancias, el éxito y el poder”. Desde el surgimiento del neoliberalismo en la década de 1980, el argumento en defensa de los derechos sociales, políticos y económicos, así como los valores morales como la compasión, la solidaridad, el cuidado del otro, son considerados debilidades, “la virtud de los tontos”. “Debemos preguntarnos qué pasó con esos principios, con esas virtudes y valores como la compasión, la confianza, la amabilidad, el cuidado del otro, la justicia, la igualdad y la inclusión, si están o no siendo destruidos, por quién y en interés de quién”.

Este fenómeno global se expresa con un lenguaje deshumanizador en que la violencia, la mentira y la grosería concuerdan con políticas de deportación, ajustes a programas de diversidad, equidad e inclusión. Y agrega: “Lo que hemos visto desde la década de 1980, dado el control corporativo de los medios de comunicación, es una maquinaria cultural y de enseñanza que ha tenido un éxito enorme a la hora de producir lo que yo llamo ignorancia fabricada”.

ANOTACIÓN 2

Un caso estremecedor nos golpeó hace unos días. El descuartizamiento en Buenos Aires de tres jóvenes mujeres que los asesinos transmitían por TikTok al grito de “a mí nadie me roba”. El hecho en sí llama a ver con claridad un estado de conciencia no sólo en los asesinos sino en la propia comunidad. Noche tras noche, asisto a un espectáculo de noticias, periodistas que repiten y opinan sobre lo que ya leímos y vimos por las redes. Es el teatro de la crueldad donde se representa para un público ávido, la tragicomedia de la inseguridad, la corrupción, la injusticia, la traición, la calumnia, el femicidio, el acoso, etc. Construyen realidades culturales en que la crueldad se comienza a ver como parte de una ficción, banal, insignificante. Hasta se puede sospechar, con alguna razón, que se disfruta el dolor ajeno y se empobrece el corazón.

Una democracia cruel no puede sino tener una sociedad cruel que la sostiene. Crímenes, odios, bulling, censuras, mentiras son parte de un espectáculo diario. El teatro se ha convertido en el elemento definitorio de la estética política. Se ha transformado en lo que Susan Sontag llamó “fascinante fascismo”, una forma de poder que prospera con gestos de provocación y discursos de odio.

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Índice 

ANOTACONES SOBRE LA CRUELDAD

U. Eco y J.C. Carriere

U. Eco y J.C. Carriere

EL ESTÚPIDO, EL IMBÉCIL Y EL CRETINO

Héctor Freire

Héctor Freire

ARTE DE LA CRUELDAD

Introducción

Introducción

TIEMPO DE ODIO

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gratis el libro completo

Guillermo E. Pilía

Guillermo E. Pilía

DISCURSO DE ODIO EN LA LITERATURA ARGENTINA

Jorge L. Borges

Jorge L. Borges

ARTE DE INJURIAR

MALEDICENCIA LITERARIA

Desde que Javier G. Milei llegó al gobierno de la Argentina se agudizaron los mensajes groseros y brutales hasta lo inimaginable. En el ámbito público y de legitimación social y política, el poder ejecutivo de un país expresa cotidianamente frases como "casta putrefacta", "ensobrados", "kukas", "traidores", "cobardes", "imbéciles", "ratas miserables", "culo sucio", "zurderío inmundo", "excremento humano", "hijo de remil putas"... 

 

Construye así una autoridad desquiciada que impunemente se entrega al placer de la humillación y demuestra un desprecio absoluto por la moderación, por el pensamiento crítico y por algún tipo de conciencia democrática. No se trata de un simple espectáculo político, sino de entretenimiento de coliseo e ideología de la antipolítica. Esta teatralización empuja a retroceder años en lo que corresponde a derechos sociales para la ancianidad, los discacitados, los trabajadores, etc. Se vuelve entonces a conceptos como “invalidez laboral” e, incluso, a términos como “débil mental” e “inútil” . (Sólo hace unas semanas a un niño de 12 años que padece autismo, el presidente de la Nación lo acusó de ser parte de una operación).

En un streaming muy conocido, el novelista e investigador universitario Martín Kohan explicaba con gran claridad que “la crueldad está de moda en la Argentina, cae bien. Milei se regodea con la crueldad que, lejos de ser condenada, es vista como algo aceptable e incluso admirado por algunos sectores”. Y definía al Presidente por su incapacidad de concibir al ser humano como algo más que "un productor y un consumidor" para el que las relaciones sociales "son relaciones de beneficio, de oferta y demanda, y que eso es todo en la sociedad".

El incremento de la violencia alimenta la precarización de la conciencia social. Las industrias culturales digitales promueven entretenimiento de inusitada estupidez o crueldad bajo la pátina estética del artificio virtual.

Es más que evidente que estamos ante la teatralidad de la crueldad donde la puesta en escena a cargo de la especulación financiera y de la corrupción política sólo pueden producir un espectáculo deforme de la cultura.

 

ANOTACIÓN 3

La ostentación y la crueldad no se separan, viajan juntas. Este siglo no sólo se muestra, sobre todo después de la pandemia, como uno de los más crueles, sino que hace el bochinche ensordecedor del vecino molesto. La tendencia a la exhibición de la riqueza y el lujo está colgada de los hilos de una cultura del espectáculo promovida principalmente, por los medios tecnológicos y los de comunicación. No es contra esto, una barrera eficaz la educación con su filosofía concesiva y pragmática sólo puesta al servicio de una salida laboral o de una carrera profesional. Basta con preguntar a alumnos y docentes cuáles son sus verdaderos deseos de felicidad en la vida. Mayoritariamente se refieren al poder, al éxito y al dinero.   

El caso Bezos en Venecia es tal vez, uno de los hechos más significativos y prototípicos del poder del dinero de los nuevos ricos.  No hace mucho tiempo, la ciudad italiana se “blindó” para ser el escenario de la boda del  empresario, dueño de Amazon, Blue Origin, así como del periódico The Washington Post  entre otras inversiones y empresas como Altos Labs. Bezos es la tercera persona más rica del mundo después de Elon Musk y Mark Zuckerberg, y esa es una “razón suficiente” para que, a pesar de las protestas de muchos venecianos, le dieran las llaves de la ciudad. 

¿Cómo es que una sociedad democrática acepta naturalmente -y con admiración- las diferencias sociales cada vez más ostentosas y crueles? Creo que un intento de respuesta se encuentra en el documental The Pervert's Guide to Ideology del 2012, y la da el filósofo y polemista Slavoj Žižek cuando piensa las razones de la violencia a partir de la educación sentimental que nos ha ido enseñando el cine y la televisión (sumemos ahora las redes sociales).

Primero, se detiene a pensar en las protestas y saqueos en Londres en agosto de 2011. Y no considera que se puedan condenar esas revueltas sólo como “delincuencia vandálica”. Alega con la contundencia que lo caracteriza: “Hay que ver cómo viven estas personas. En guetos prácticamente, en comunidades aisladas, sin vida familiar apropiada, ni educación, ni siquiera tienen perspectiva de un trabajo normal. Pero esto no es suficiente, porque el hombre no es simplemente un producto de las circunstancias objetivas” …  Žižek recuerda las declaraciones del entonces primer ministro David Cameron a quien le parecía que lo verdaderamente horrible de los saqueos fue que llevaran las cosas sin pagarlas. Y dice algo inesperado: “A su manera, Cameron tenía razón”.

Y, por último, explica que no hay en la violencia actual una justificación ideológica, como tantas veces se trata de interpretar, sino que estamos ante la reacción de gente totalmente atrapada en la ideología dominante del consumo, y no tiene otra forma de realizar lo que la ideología exige de ellos. Por eso mismo, no es que deseen cambiar el sistema, sino que sólo quieren no quedar afuera. Sus protestas y su violencia son apenas reclamos por ganar un lugar en el sistema de consumo y si no tienen que pagar, mejor aún.

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