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PABLO DE SANTIS

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La Inteligencia Artificial y la Literatura

Novelista, cuentista y guionista de historietas. Su última novela es Academia Belladonna (2021).  Nació en Buenos Aires, en 1963. Ha publicado, entre otros libros, las novelas La traducción (1998), Filosofía y Letras (1999), El teatro de la memoria (2001), El calígrafo de Voltaire (2002), La sexta lámpara (2005), El enigma de París (2007), Los anticuarios (2010), Crímenes y jardines (2013) y La hija del criptógrafo (2017). 

Ha recibido el Premio Konex de platino 2004, el Premio Planeta-Casamérica 2007, el Premio de Novela de la Academia Argentina de Letras 2008 y el Premio Nacional de Cultura 2012, otorgado por el Ministerio de Cultura de la Nación.  Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras.  

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LP: Los múltiples cambios que la tecnología ha provocado en la literatura como el pergamino y el codex en la antigüedad, la separación en el scriptio continua, la tipografía de Manuzio, la imprenta, la máquina de escribir, la computadora, internet han generado, para bien o para mal, técnicas y estilos de escritura. ¿Es posible pensar diferencias con lo que parece traer la inteligencia artificial?

 

Pablo De Santis:  Por ahora la IA es solo un instrumento, pero podría postularse una especie de conciencia que tuviera sus propios planes, como suele plantear la ficción. Así ocurre en la novela corta “Pulse enter”, de John Varley, en “El índice del miedo”, de Robert Harris, o en películas como “Terminator” o “Yo, robot”. El título de este film resume la cuestión: en la colección de cuentos de Asimov que sirvió de inspiración a la película el “yo” se refería al robot, mientras que en el film lo que adquiere conciencia no es solo el robot, sino el complejo sistema que maneja a los robots.

 

L.P.: Tomemos como ejemplo la novela de Philip K. Dick que pregunta si "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?". También otras novelas, como ésa, abren la cuestión compleja de los límites entre lo artificial y lo natural, así como la problemática entre lo humano y lo inhumano. Temáticas que giran más acá o allá de una cuestión simplemente moral. ¿La IA puede ser un fenómeno de deshumanización progresiva como la que plantean escritores como Philip K. Dick?

 

P.De S.: Los grandes temas de Dick son el mundo como ilusión, que podríamos definir en la pregunta ¿Qué es real? y la memoria personal como ilusión, cuya fórmula extrema sería ¿Quién soy yo? No creo que estemos cerca de las cosas que sueña Dick. Y si estamos cerca de esas pesadillas, no es por la tecnología, sino por las mismas características de nuestra mente, ya que Dick moldeó el mundo del futuro en base a su propia patología. Por ejemplo, guardaba sus inéditos y otros tesoros en un mueble a prueba de todo, hasta que un explosivo voló el armario. Primero sospechó de la CIA, luego de la KGB y finalmente de sí mismo. Muchas veces, sin necesidad de ninguna tecnología comprobamos que los recuerdos que dábamos por ciertos son ilusiones de la memoria; recuerdos que en secreto hemos construido, sin necesidad de otro recurso que nuestros deseos y temores.

 

L.P.:  Entre apocalípticos e integrados, los medios y las publicaciones nos inundan hoy con el fenómeno de GPT-AI. Es el espectáculo de diarios, revistas y libros de actualidad. Pero poco y nada se habla sobre su entrenamiento de naturaleza lingüística, a no ser cuando se menciona su capacidad para argumentar y ficcionalizar. ¿Podríamos hablar de un lenguaje y un pensamiento GPT-AI, llamado a sustituir más que complementar, el que hasta ahora "entrenamos" escritores, filósofos, políticos, artistas, médicos, abogados?

 

P. De S.: Turing postuló a la inteligencia artificial como un juego de imitación, y así lo vemos hoy. Pero esta imitación no tiene un valor negativo: todo aprendizaje es imitación. El arte de argumentar parece más fácil de reproducir que el humor; que algo nos haga reír es algo tan complejo y vinculado a innumerables rasgos sociales, familiares, generacionales, que es todavía inimitable. He leído muchas definiciones de humor, desde Henri Bergson a Macedonio Fernández: describen la mecánica del humor, la lógica de lo inesperado, pero no alcanzan a iluminar el instante en que algo nos hace reír.

 

 

L. P.: ¿Cuál podría ser la relación entre IA y control político? ¿Estamos ante un Gran Hermano orwelliano?

P. De S.:  La información sobre una persona siempre estuvo en las manos de las grandes agencias de inteligencia, que saben quién sale con quién, quién se droga, quién recibe dinero negro, o cuáles fueron sus opiniones en el pasado. Hoy mucho de este material está al alcance de cualquiera, y a medida que alguien se mueve por el mundo deja huellas de su paso en redes o en las memorias de las cámaras. Seguramente lo que ofrece hoy la IA es una cierta facultad predictiva, que no existía en el pasado. La idea es que el futuro cercano ya está ocurriendo, pero sus indicios están en las sombras. Esta capacidad de adivinar el futuro es el tema de “El código del miedo”, de Robert Harris.

 

L.P.: ¿Cómo imaginás que la IA puede llegar a cambiar la relación con su propia escritura?

P. De S.: Me atrevo a imaginar que una de las consecuencias de estas tecnologías en la escritura va a ser un rechazo al carácter enciclopédico de la escritura. Antes nos podía impresionar que un novelista supiera mucho de la Antigua Roma o del funcionamiento de los trasatlánticos; hoy la información está al alcance de cualquiera y pedimos a la literatura algo más personal o más imaginativo.

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