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Claudia Masin

Entrevista de Angie M. Diz *

“Una poesía que piensa el mundo para encontrar la manera

de sobrevivir en él”

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Claudia Masin (Resistencia, 1972) es poeta y psicoanalista de reconocida trayectoria nacional e internacional; desde 1997 ha publicado libros de poesía y a partir de entonces ha elaborado una obra poética coherente, profunda y potente.

Tal como sucede con los pensamientos, cada uno de sus poemarios remite a otro, creando una circularidad que responde a la voluntad de sistema que se percibe en su obra. Tópicos como la infancia, el tiempo y la empatía, son recurrentes en sus poemas, aunque no por ello son repetitivos: encuentran siempre una faceta nueva, una forma distinta de ser nombrados y pensados, configurando así una red de relaciones que no se rige por la lógica racional sino por un saber inconsciente, vinculado con la emoción y la reflexión.

Atravesados por una mirada empática siempre atenta a la vulnerabilidad, sus poemas logran un difícil equilibrio entre el pensamiento sensible que no entiende de jerarquías y la feroz desobediencia hacia los discursos y conceptos instaurados; entre la reflexión profunda que agrieta nuestro modo racional y cotidiano de pensar y la emoción vívida que experimenta nuestro cuerpo al leer sus poemas; entre la pregunta sin respuesta y la certeza de una ética inquebrantable.

En “El alud” leemos: “Antes de que los sentidos se empañen, se acostumbren a la vida,/ hay una época en la que todo lo que nos roza nos produce/ un deslumbramiento”. Ese mismo deslumbramiento es el que sus poemas recobran, ese sentido original que nos conecta con lo esencial y con lo otro, entendiéndonos en unidad y consonancia con todo lo aparentemente ajeno. Si la poesía es, como dijo, Pavese, otra vía al conocimiento, los poemas de Claudia Masin son una clara prueba de ello.

 

 

¿Desde qué perspectivas o corrientes estéticas se ha leído tu poesía?, ¿cuál es tu opinión al respecto?

Los textos que recuerdo en este momento acerca de mi poesía suelen poner el acento en lo lírico, corriente de la cual claramente me siento parte, también han enfatizado la presencia de lo conversacional, lo cual también me representa, me resulta muy placentero hablarle a un/x otrx en los poemas, imaginar un/x interlocutor/x. Deseo que el de mis poemas sea un lirismo que pueda ser accesible a todas las personas, lejos de cualquier manierismo o impostación, y considero que en los textos que se han escrito sobre mis textos esto suele señalarse también de alguna manera, cuando se habla de la concisión, de la intensidad de la escritura pero a la vez de la ausencia de énfasis, de la sencillez con que se elige en los poemas expresar ideas complejas, en fin, ideas todas con las que acuerdo, o al menos que son afines a mi mirada ética y estética acerca de la poesía.

 

¿Cuál es tu postura acerca de las llamadas “antologías de género” en las que en más de una ocasión se han incluido tus poemas?, ¿te parece que dan lugar a cierto “gueto” o aislamiento de las voces femeninas?

Creo que lamentablemente las antologías “de género” son necesarias porque la igualdad es una utopía que está muy lejos de realizarse, aunque esté más cercana por supuesto que en la época en que comencé a escribir, en la que nadie se espantaba de que en una antología de poesía hispanoamericana o argentina se incluyeran tres o cuatro poetas mujeres y cincuenta poetas varones, lo mismo en los festivales y ni hablar de los premios. El día en que no sea necesario hacer ese recorte será un gran día, por ahora estamos muy lejos y lo considero un modo de evitar el silenciamiento y la invisibilización a los que hemos estado condenadas por siglos las mujeres escritoras.

 

¿Qué relación observás entre tu poesía y la filosofía?

Mi poesía, creo, es una poesía del pensamiento, pero también de la emoción, en ese sentido lo filosófico está presente, hay una determinada cosmovisión pero no aislada para nada de lo práctico: es decir, no se trata de una poesía que piensa el mundo solamente, es una poesía que piensa el mundo para encontrar la manera de sobrevivir en él, de interactuar con lxs otrxs, de construir una ética que se pueda sostener en acto.

 

¿Cómo definirías y/o caracterizarías tu proceso de escritura y corrección?

Mi proceso de escritura es aluvional. Escribo mucho durante poco tiempo (aunque hubo algunas excepciones, la mayoría de mis libros se han escrito así). Escribo por necesidad y por apremio, y luego corrijo durante meses con paciencia y detallismo. El momento de escribir yo lo experimento como un momento hermoso, de liberación y de salida de sí mismx por parte del poeta, la corrección o la reescritura, en cambio, las siento más bien como es un trabajo duro, que aunque sigue ligado a la intuición, a la iluminación súbita que caracterizan al momento de escritura del poema, se asocia más al pensamiento racional, no es mi momento preferido del proceso de escritura pero lo considero indispensable y le doy muchísima importancia.

 

¿Qué pensás de la poesía contemporánea?, ¿percibís constantes o tendencias en la actualidad?

La poesía contemporánea es, por suerte, muy diversa, y tantas son las corrientes que me parece imposible definir una como la que prevalece. Hay mucha poesía ligada a lo anecdótico, a lo autobiográfico, sobre todo en lxs poetas más jóvenes, pero dentro de esa (llamémosle) corriente, hay a su vez textos de una elaboración exquisita, de un potencial metafórico muy grande, y otros muy pobres, que se quedan varados, estancados en la anécdota, sin ir más allá de ella. Pero insisto en que no estoy segura de que sea la corriente que prevalece: la poesía lírica, a la que tantas veces se ha dado por muerta, está gozando de una salud excelente. Me parece un momento de muchísima riqueza y variedad y lo celebro.

Sol

Es de eso que estamos enfermos: noches donde el aire debió ser

como de cristal, así de delicado y evanescente para todos,

pero para algunos fue un humo negro, traído desde el fondo

de los basurales, desde esa órbita del dolor que gira

alrededor de un cuerpo cuando está malnutrido y tiene miedo

de lo que puede venir a lastimarlo,

porque hasta la hoja seca que trae el viento es filosa

como la cuchilla del matadero para quien no tiene

manera de defenderse. Es de eso:

de los males que se depositaron

como granos de arena a lo largo de los días,

hasta que desataron por acumulación una catástrofe

que pareció espontánea, caída por sorpresa.

No hay desastre que no nos haya rozado antes

en forma de tristeza, pero si no es nuestra tristeza

seguimos adelante, como si no hubiera pasado

así de cerca. Ay de la ingenuidad

con que a veces pensamos que la indiferencia protege:

es un techo lleno de goteras que va a quedar deshecho

cuando caiga un temporal lo suficientemente fuerte

sobre nuestra casa, que no es un rancho

abandonado a su suerte, pero que tiene las raíces carcomidas

aunque aparente ser un árbol sólido. A la hora

en que algo se desploma, da igual

si parecía hermoso y fuerte. Es de eso

que estamos enfermos: de los días felices,

resplandecientes de verano

donde no faltaba nada, y crecíamos

mezquinos y soberbios hacia el sol, sin preocuparnos

por la sombra que dábamos,

sobre quiénes caía, de qué luz los privaba.

 

(Claudia Masin. La cura, 2016)

* Angie M. Diz (Venado Tuerto, 1995) es Profesora de Lengua y Literatura y está finalizando su Licenciatura en la Universidad Nacional del Litoral con una Tesina sobre la obra poética de Claudia Masin. Se desempeña como docente de varias escuelas secundarias de la ciudad de Mar del Plata; asimismo, es socia activa de la ONG de promoción de lectura y escritura "Jitanjáfora". 

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